Ruta cañon del sil

ribeira sacra

El Cañón del Sil (gallego: Canón do Sil) es un desfiladero en Galicia, España, a lo largo del Sil. Recorre los últimos 50 km antes de que el Sil entre en el Miño. El paisaje está considerado como el más espectacular de Galicia[1].
Las paredes se elevan casi verticalmente hasta 500 m desde el nivel del agua. Debido a la extraordinaria orografía, el clima local difiere de las zonas circundantes y permite el crecimiento de la vegetación mediterránea, como los olivos[2] Los acantilados del río han sido aterrazados para permitir la producción de vides. La producción de vino se inició en esta zona ya en la época romana. La zona se denomina región vinícola de la Ribeira Sacra, y es el único lugar de Galicia que produce más vino tinto que blanco[1].

ourense

Todos estaremos de acuerdo en que la comunidad gallega cuenta con increíbles paisajes naturales que la hacen cada vez más turística. Por eso hay que conocer todos y cada uno de ellos. Uno de los puntos que más gusta en cuanto a espacios naturales se refiere es el Cañón del Sil, una zona de cañones excavados por el paso del río Sil en la zona de la Ribeira Sacra, zona también famosa por sus vinos.
Sin duda, este lugar tiene mucho que ofrecer si queremos hacer una pequeña escapada de fin de semana. Desde cruceros en barco por el Sil hasta miradores, rutas de senderismo y preciosos monasterios antiguos. Es sin duda un lugar donde se puede disfrutar de lo mejor de la Ribeira Sacra.
Quienes desean llegar a esta zona, normalmente se dirigen a la ciudad de Orense, desde donde se puede llegar fácilmente a los cañones del Sil. Sólo si se viene de la zona norte se debe ir a Monforte de Lemos desde la provincia de Lugo. Desde Orense se toma la N-120 y a la altura de Vilamelle se gira hacia la LU-P-5901. Desde Monforte de Lemos se toma la PO-533 y luego la citada carretera. Podemos ir en coche o también apuntarnos a una excursión, ya que se suelen organizar algunas desde las ciudades de Santiago de Compostela y Ourense.

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La tercera etapa discurre por el municipio de Parada de Sil. Prepara tus sentidos para disfrutar de la naturaleza en estado puro, escuchar el crepitar de la hojarasca en las carriozas, tocar el musgo verde de sus piedras y tener ese olor a bosque permanentemente. Al llegar al Sil, la vista panorámica que ofrecen sus balcones nos lleva casi a la meditación. En medio, caminos empedrados, pueblos abandonados que han sido engullidos por la naturaleza o el hermoso Monasterio de Santa Cristina. Es algo difícil de contar, hay que recorrerlo.
Seoane – Ferrería Vella 0174senderos milenarios…IMG_20190807_151536el monumento geológico del río Sil…Seoane – Ferrería Vella 0150antiguos refugios ermitaños…Ferrería Vella – Froxán 0751… y reponiendo alimentosFerrería Vella – Froxán 0334-1Cañón del río Sil
Comenzamos esta etapa en Parada do Sil, en la Estatua de Barquilleiro, centro de la zona y donde hay alojamientos, restaurantes y un pequeño supermercado. Y la historia de hoy comienza en esta estatua que nos recuerda que esta hermosa tierra siempre ha sido una tierra de emigración y muchas de sus gentes han tenido que irse lejos para ganarse la vida. Y, curiosamente, muchos barquilleiros salieron de esta zona vendiendo sus ricos barquillos en las grandes ciudades, especialmente en Madrid. Sus vecinos los veían partir, cruzando el Sil hacia Monforte y, desde allí, hacia el centro peninsular, donde estarían trabajando hasta la época de la cosecha. Por eso conocemos estos miradores del Sil como los Balcones de Madrid.

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Las nubes oscuras se ciernen, las ráfagas de niebla se elevan por encima de las empinadas pendientes del barranco y dan un toque de dramatismo a la ya de por sí impresionante impresión que se lleva el viajero cuando ve por primera vez el cañón del Sil en el extremo noroeste de la Península Ibérica. Las paredes rocosas se elevan casi verticalmente a la izquierda y a la derecha del valle del río. Precisamente estas escarpadas laderas se encuentran entre las regiones vinícolas más antiguas de España. «Oro de seda» es lo que los romanos llamaban a las vides que plantaron aquí en diminutas terrazas creadas con esmero. Hasta el día de hoy, los viticultores gallegos cultivan aquí el popular «Amandi», atrayendo así cada vez más visitantes a este paisaje que, de otro modo, sería estéril.
El trayecto hasta la pequeña localidad de Monforte de Lemos es tan relajado para Ángel, nuestro conductor al volante del Mercedes-Benz Tourismo, vendido hace pocos meses, como para sus pasajeros. Sin embargo, poco después, las estrechas carreteras rurales requieren toda su atención. La ruta atraviesa campos y prados, pasando por pequeñas granjas, cuyo principal ingreso es la cría de ganado. Menos mal que aquí hay poco tráfico, ya que los vehículos que se acercan a menudo obligan al autocar a conducir despacio y a situarse en el borde derecho de la carretera.

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